La Plaza de Oriente, situada en el corazón de Madrid, es uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad, no solo por su proximidad al Palacio Real, sino por su rica historia y la grandiosidad de su diseño. La idea de crear esta plaza nació durante el reinado de José Bonaparte (1808-1813), conocido popularmente como «Pepe Botella», quien tuvo una visión urbanística ambiciosa para Madrid, inspirada en los grandes proyectos de transformación que Napoleón estaba llevando a cabo en París.
Sin embargo, la construcción de la Plaza de Oriente no se materializó hasta el reinado de Isabel II, ya que los problemas económicos y la Guerra de Independencia Española retrasaron su desarrollo. Fue en 1844 cuando se aprobó el proyecto definitivo, diseñado por el arquitecto Narciso Pascual y Colomer, quien concibió un espacio neoclásico que buscaba realzar la majestuosidad del Palacio Real.
La Plaza de Oriente se diseñó como un espacio rectangular que sirviera de punto de encuentro entre el Palacio Real y el Teatro Real, situado en su lado oriental. El proyecto incluyó también la creación de los jardines y la disposición de una serie de estatuas que conferirían al lugar un carácter monumental. A lo largo de los años, la plaza ha sido objeto de diversas remodelaciones, pero siempre ha conservado su esencia original como un espacio de gran importancia cultural y arquitectónica en Madrid.
Uno de los elementos más distintivos de la Plaza de Oriente son las estatuas de los Reyes Godos que adornan sus jardines. Estas esculturas, que hoy en día suman un total de 20 figuras, fueron originalmente creadas para decorar la cornisa superior del Palacio Real. Sin embargo, una combinación de factores, entre ellos su peso y la preocupación por la estabilidad del edificio, llevó a que se optara por situarlas en la plaza.
Estas estatuas representan a diversos monarcas visigodos que reinaron en la Península Ibérica antes de la llegada de los musulmanes en el siglo VIII. Entre los reyes representados se encuentran figuras como Ataúlfo, Alarico, Recaredo, y Sisebuto. Cada una de estas esculturas es una obra maestra del arte neoclásico, reflejando la importancia histórica de estos monarcas en la consolidación de los primeros reinos hispánicos.
A lo largo de los años, han surgido diversos mitos y leyendas en torno a estas estatuas. Uno de los más conocidos es el que sostiene que las esculturas no fueron colocadas en la cornisa del Palacio Real porque la reina Isabel II tuvo un sueño premonitorio en el que las estatuas caían y provocaban una catástrofe. Aunque esta historia es más un relato popular que un hecho histórico, ha contribuido al misterio y al encanto de las estatuas.
Estas esculturas no solo embellecen la plaza, sino que también representan un vínculo tangible con la historia visigoda de España, recordando a los visitantes el profundo legado cultural e histórico de la nación.
La Plaza de Oriente ha sido testigo de numerosos eventos históricos que han marcado el devenir de Madrid y de España. Desde su inauguración, la plaza no solo ha sido un lugar de encuentro social y cultural, sino también un escenario para importantes momentos políticos y ceremoniales.
Fecha | Evento | Descripción |
1843 | Proclamación de Isabel II | Celebración en la Plaza de Oriente para marcar el inicio del reinado de Isabel II. |
Años 1930s-1970s | Manifestaciones políticas | La plaza se utilizó para concentraciones y discursos políticos durante la Segunda República y el franquismo. |
2000 | Boda de Felipe VI y Letizia Ortiz | La Plaza de Oriente fue parte del recorrido ceremonial durante la boda real, subrayando su importancia como espacio para eventos nacionales de gran relevancia. |
Cada uno de estos eventos subraya la relevancia de la Plaza de Oriente como un lugar donde la historia y la cultura de España se encuentran y se celebran, consolidando su estatus como un verdadero ícono madrileño.
También te pueden interesar: